jueves, 14 de octubre de 2010

Pepsi Music 2010: Rage Against The Machine


El plato fuerte de la primera jornada del Pepsi mantuvo la misma energía de siempre, aunque con ausencia de novedades musicales. No obstante, la ferocidad de su música dejó satisfechos a quienes se bancaron la lluvia en Costanera Sur.

Podemos discutir sobre el ruido de la estrella zapatista rodeada de ese blanco, azul y rojo tan estadounidense como corporativo, pero para eso tendríamos que asumir que nos gastamos unos 200 pesos en una entrada en lugar de donarlo a los pobres y desposeídos (en una contradicción digna del Cómo ser buenos de Nick Hornby) y... ¿para qué? Mejor vayamos al punto y debatamos por qué estos tipos vienen a tocar exactamente lo mismo que en los 90 (recordemos que tienen sólo tres discos de estudio, representados en el setlist con un 40% para el debut homónimo y un 30% cada uno de los dos siguientes) siguen pateando culos mientras sus colegas del rap metal se reinventan (Linkin Park) o se vuelven una caricatura de sí mismos (Limp Bizkit).
El discutido hiato llamado Audioslave quizás tenga algo que ver, pero la verdadera respuesta está mucho más cerca: Rage Against the Machine tiene a Tom Morello, el único guitarrista del planeta capaz de usar la totalidad de su instrumento (el plug en "Testify", el clavijero, la palanca y el mástil en casi todos) y hacerlo chillar, gemir, sollozar, hasta lograr poner en un contexto moderno los riffs descangayados de Jimmy Page o Peter Green (el fraseo de "Know your Enemy" no tendría razón de ser sin el de "Oh Well" de Fleetwood Mac).
Y así como él es el motor de este bólido, el extrañado Zack de la Rocha es la carrocería: encargado de los discursos en su español maltrecho ("para los obreros de Zanón, obreros sin patrón", dedicó "Bulls on Parade", al tiempo que se manifestó feliz de tocar en la cuna guevarista antes del estallido final de "Wake Up"), se retuerce, actúa (el puente de "Bullet in the Head" es puro histrionismo) y grita como poseso para sostener un show que no ofrece un solo respiro (tampoco tiene demasiados matices, claro, pero la idea aquí es la arenga constante).
"Bombtrack", "Guerrilla Radio", "Calm Like a Bomb" y "Freedom" y "Killing in the Name" en los bises se suman al setlist de un concierto apabullante, generador de infinitos dolores de cuello -headbanging mediante- y, sobre todo, nostálgico en el buen sentido, por recordarnos una época pasada pero no olvidada: aquella en la que el rock al menos pretendía ser peligroso.

Diego Mancusi y Yamila Trautman para Rolling Stone Argentina
Papelmundo Contenidos
Fuente: www.rollingstone.com.ar

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